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Serpientes

 

Nombre común de cualquier reptil que pertenezca al suborden Serpientes. Su cuerpo es muy alargado y habitualmente cilíndrico, si bien la serpiente marina y muchas serpientes arborícolas tienen cuerpos aplanados lateralmente. Las serpientes carecen de extremidades externas, aunque algunas conservan vestigios de las patas traseras, visibles en la base de la cola de las grandes boas y pitones. Tienen el cuerpo cubierto de escamas, compuestas de un material epidérmico córneo, dispuestas en hileras regulares y, por lo general, solapadas como las tejas de un techo. Las escamas de los costados y el dorso son más pequeñas que las de la parte superior de la cabeza y las de la superficie ventral (inferior). Las escamas de la superficie dorsal (superior) pueden ser lisas o presentar un resalte alargado o quilla; otras modificaciones de las escamas permiten la aparición de pequeños bultos y diminutos agujeros. Cambian la piel y la cubierta exterior de las escamas córneas de forma periódica, por lo general, en una sola pieza, incluyendo la cubierta dura y transparente de los ojos, o anteojos, que les protege la visión, puesto que las serpientes carecen de párpados móviles y los ojos permanecen constantemente abiertos. La frecuencia de la muda varía de una especie a otra, incluso en el seno de una misma especie, en función de la edad y el tamaño del individuo. Las serpientes jóvenes, de crecimiento rápido, cambian la piel con más frecuencia que los adultos, de crecimiento lento. En algunas especies la muda se produce aproximadamente cada 20 días; en otras sólo una vez al año.

Locomoción de las serpientes

De los cuatro mecanismos por los que se mueven las serpientes, el serpentino es el más común y veloz. La serpiente contrae sus músculos para generar una serie de ondulaciones que le permiten avanzar. También pueden usar este movimiento para nadar. En el movimiento rectilíneo o de oruga, las grandes serpientes usan sus escamas abdominales para aferrarse al suelo. Se trata de un movimiento muy útil para moverse en madrigueras estrechas. Este movimiento y el de acordeón, en el que la serpiente contrae y alarga sus poderosos músculos a modo de muelle, son útiles para trepar. El tipo de movimiento menos común es el de algunas serpientes del desierto, llamado golpe de costado; en él la serpiente levanta del suelo su cuerpo formando una espiral mientras se mueve lateralmente.

Una característica sorprendente de las serpientes es su capacidad para desplazarse rápidamente sin tener patas. Utilizan cuatro tipos diferentes de locomoción; la más habitual es el movimiento ondulante, llamado método serpentino, en el que la serpiente empuja contra el suelo la parte trasera de cada curva u ondulación y se desplaza suavemente hacia adelante con movimientos fluidos. Otro método es el llamado rectilíneo o de oruga y sólo lo utilizan las serpientes más pesadas. La piel de la superficie ventral de estas serpientes se mueve hacia atrás y hacia adelante por la acción de poderosos músculos y las anchas escamas del vientre se clavan en la tierra permitiendo al animal desplazarse hacia adelante en línea recta. Este método ha dado lugar a la idea errónea de que las serpientes 'caminan sobre las costillas'; de hecho, éstas no se mueven hacia atrás y hacia adelante en ninguno de los cuatro tipos de movimiento. Varias especies del desierto utilizan un tipo de locomoción especial, llamado golpe de costado, para desplazarse sobre la arena suelta. En este método, la serpiente hace rodar lateralmente el cuerpo a lo largo del suelo con un movimiento en forma de bucle. El cuarto método es llamado de acordeón porque el cuerpo se estira y se recoge alternativamente mientras la serpiente se mueve desde un punto de anclaje hasta el siguiente, y se utiliza para cruzar superficies lisas y para trepar. El más común de los cuatro, y el que permite a todas las serpientes alcanzar su velocidad máxima, es el método serpentino. No todas las serpientes pueden usar todos los demás métodos. La velocidad más alta registrada es de unos 13 km/h, muy inferior a la velocidad a la que puede correr un humano adulto, pero pocas consiguen alcanzarla. Para trepar pueden utilizar cualquiera de los métodos descritos excepto el del crótalo y para nadar sólo utilizan el método ondulante o serpentino. Se dice que algunas especies de la familia Colúbridos (como la real) del este de Asia y Nueva Guinea pueden volar. No es exactamente cierto, pero sí pueden dejarse caer o lanzarse desde árboles bastante altos e incluso planear ligeramente y llegar indemnes al suelo.

Esqueleto de una serpiente

Una serpiente puede tener hasta 400 vértebras, lo que le da gran flexibilidad de movimientos. Las vértebras permiten también la fijación de sus poderosos músculos, responsables de la locomoción, la captura de presas y su ingestión.

 

Serpiente engullendo a su presa

Las serpientes, todas ellas carnívoras, se alimentan de un modo peculiar. La mandíbula inferior, formada por dos huesos unidos en la barbilla por un ligamento elástico, puede abrirse para dar cabida a animales enteros, desde ratones hasta animales del tamaño de un ciervo o venado. El roedor de la imagen ha sido engullido con la cabeza por delante, tanto para impedirle morder mientras estaba vivo como para facilitar su paso. Según el tamaño, puede tardar hasta una semana en digerir la presa.

 

Anatomía de una serpiente

Los órganos abdominales de la mayoría de los vertebrados están agrupados en una cavidad abdominal restringida. En las serpientes están alineados en una cavidad alargada, modificada en función de la extensión de la columna vertebral.

El cuerpo largo y delgado de las serpientes contiene gran número de vértebras —nunca menos de 100 y a veces más de 300—, cada una de ellas con un par de costillas, las dos primeras conectadas a la cabeza. El esqueleto es de estructura ligera y está modificado para permitir gran libertad de movimientos. En particular, las piezas del cráneo gozan de gran movilidad y puede estirarse en varias direcciones, lo que permite a la serpiente tragarse presas grandes en relación con el tamaño de la cabeza y el cuerpo. Esta movilidad puede apreciarse muy en especial en los dos huesos de la mandíbula inferior, que están sujetos al cráneo por un hueso corto y móvil, y unidos en la parte delantera por medio de un ligamento elástico. Ambas mandíbulas disponen de gran número de dientes afilados, similares a agujas, todos ellos curvados hacia atrás, en dirección al fondo de la boca. Están dispuestos en seis hileras paralelas al eje longitudinal de la cabeza —es decir, dos hileras a cada lado de la mandíbula superior y una a cada lado de la inferior—. Excepto en las especies venenosas, los dientes son macizos y son reemplazados cada cierto tiempo. Cuando la serpiente captura una presa, los dientes curvados le permiten sujetarla con firmeza. La presa muere rápidamente y es engullida por movimientos alternos de las hileras de dientes, que hacen que entre en la boca. Cuando pasa a través de ella, la presa queda cubierta de saliva; contrariamente a la creencia popular, las serpientes no cubren de saliva a sus presas antes de metérselas en la boca. La mayor parte de éstas son engullidas rápida y fácilmente, pero una presa realmente grande puede requerir varias horas. Las grandes pitones pueden consumir animales que pesen hasta unos 68 kg, pero se trata de un proceso laborioso.

La serpientes venenosas tienen dos dientes huecos, que son en cierto modo similares a una jeringuilla hipodérmica y reciben el nombre de colmillos, en la parte delantera de la mandíbula superior. Al igual que los demás dientes, son reemplazados periódicamente y el colmillo nuevo crece antes de que el viejo se caiga. Así pues, durante un breve espacio de tiempo, la serpiente puede tener dos colmillos a cada lado de la mandíbula. En los solenoglifos, un nutrido grupo de serpientes que engloba a las serpientes de cascabel y las víboras, el hueso que sustenta el colmillo está sujeto al cráneo de tal modo que éste puede plegarse hacia atrás, hacia el interior de la boca, cuando no lo están usando. Las cobras y las serpientes coral representan a otro gran grupo de serpientes, el de los proteroglifos, en el que los colmillos no son móviles, sino que están constantemente erectos. Están conectados por medio de un conducto del veneno a las dos glándulas venenosas, que son glándulas salivares modificadas, situadas a ambos lados de la cabeza detrás de cada ojo. La serpiente tiene que morder para inyectar su veneno; ninguna serpiente tiene aguijón en la cola. Pueden morder en cualquier momento y desde cualquier posición, incluso debajo del agua. Normalmente atacan desde una posición defensiva, que consiste en enroscarse sobre sí mismas y proyectar la cabeza y parte del cuerpo hacia la víctima. Cuando la cabeza emerge de los anillos, lleva ya la boca abierta de par en par. Los solenoglifos clavan sus colmillos erectos en su objetivo y normalmente los retiran de inmediato, con o sin mordedura. Los proteroglifos suelen morder y mantener la mordida durante varios segundos. Una interesante modificación, presente sólo en las especies arborícolas, permite a éstas escupir o proyectar su veneno en forma de un delgado chorro hacia los ojos de su enemigo, alcanzando distancias de 2,4 m. Si el veneno llega a los ojos, puede producir ceguera. Este mecanismo sólo se utiliza como defensa y nunca para obtener comida.

Veneno

El veneno es una mezcla compleja de proteínas que destruyen diversos tejidos del cuerpo, inmovilizando o matando a la presa. Los venenos se clasifican a menudo en dos grandes categorías: neurotóxicos, que son los que afectan al sistema nervioso, o hemotóxicos, que afectan a la sangre. De hecho, todos los venenos contienen elementos de ambos tipos, pero lo usual es que uno de ellos predomine. En general, el tipo neurotóxico es más eficaz, ya que actúa sobre el sistema nervioso central produciendo un fallo respiratorio o cardiaco. Las hemotoxinas destruyen las células de la sangre, el revestimiento de los vasos sanguíneos y otros tejidos. Debido a la destrucción local de las células circulatorias, los venenos hemotóxicos se difunden más despacio y tienen una acción más lenta que las neurotoxinas.

comportamiento

Serpiente de cascabel

La serpiente de cascabel pertenece a la familia de los crótalos. Todas las especies producen un veneno con dos componentes distintos. El primero es un depresor cardiorrespiratorio, el segundo un agente que destruye los tejidos. Tienen una estructura similar a un sonajero o cascabel en el extremo de la cola que agitan cuando están a punto de atacar.

Órgano de Jacobson

Un órgano sensorial extra del paladar de la serpiente acentúa su olfato. Se le llama órgano de Jacobson y consiste en dos estructuras saculares huecas muy sensibles. El olfato de la serpiente le permite localizar a sus presas

Percepción del calor con órganos termosensibles

Los crótalos detectan a sus presas (por lo general, animales de sangre caliente que desprenden calor) con un órgano termosensible situado entre el ojo y el oído a ambos lados de la cabeza. El cerebro de la serpiente localiza la presa comparando diferencias de temperaturas; de esta forma la serpiente puede atacarla, incluso en la oscuridad.

Las serpientes tienen un sistema nervioso bien desarrollado y una inteligencia intermedia entre la de los peces y la de los mamíferos. Muestran una marcada capacidad de adaptación a la vida en cautividad y algunas pueden llegar a ser bastante mansas. Los miembros de muchas especies se muestran nerviosos y excitables cuando son capturados, pero suelen responder rápidamente al buen trato y los cuidados. Cuando se sienten amenazadas en su estado natural, algunas serpientes ejecutan exhibiciones de amenaza muy elaboradas; las inofensivas pueden llegar a parecer más peligrosas que las venenosas. Aunque carecen de voz, muchas veces emiten siseos a gran volumen. La serpiente toro y sus parientes tienen un pequeño repliegue delante de la abertura de la tráquea que les permite emitir un siseo extremadamente sonoro. Muchas serpientes hacen vibrar la cola cuando están excitadas y, si se encuentran entre hierba seca, producen así un sonido perfectamente perceptible. El caso más llamativo es el del cascabel córneo de las serpientes de cascabel, que llega a vibrar con una frecuencia de 50 veces por segundo de promedio. El sonido resultante, al igual que el siseo, es una advertencia a los enemigos, no una señal para atraer a otros individuos de la misma especie. Cada vez que la serpiente experimenta una muda, lo que ocurre entre una y cinco veces al año, se añade un nuevo segmento al cascabel. Muchos de estos segmentos se desgastan o se rompen, por lo que, al contrario de lo que dice la sabiduría popular, su número no es una indicación precisa de la edad de la serpiente.

La mayoría de las serpientes tienen la vista bien desarrollada, no obstante, muchas serpientes excavadoras son prácticamente ciegas. Su sentido del olfato es muy agudo y confían en gran medida en él para cazar. Las serpientes tienen un sentido químico adicional que utilizan ampliamente en casi todas las actividades. Sacan la lengua de la boca y con ella recogen olores que transportan al paladar, poniéndolos en contacto con un receptor llamado órgano de Jacobson. La lengua recibe también estímulos táctiles.

Las serpientes son sordas a los sonidos transmitidos a través del aire. Así, una serpiente de cascabel no oye el sonido producido por otra, ni la cobra el sonido de la flauta del encantador de serpientes. Sin embargo, pueden percibir vibraciones a través del suelo o de cualquier objeto con el que estén en contacto. En los crótalos, el receptor de calor se encuentra en la hendidura facial, entre el ojo y el orificio nasal; en las boas y pitones, los receptores se encuentran en orificios labiales. Por medio de estos receptores las serpientes pueden localizar a sus presas de sangre caliente durante la noche.

Todas las serpientes son carnívoras y se alimentan de gran variedad de animales, desde insectos, arañas y caracoles hasta ranas, ratones y ratas. Curiosamente, algunas serpientes se alimentan sólo de otras serpientes.

Ciclo vital

 

Huevos de serpiente

Los huevos de la mayoría de las serpientes no suelen tener la cáscara dura como los de las aves, sino que son blandos y correosos o apergaminados. Las crías suelen salir de ellos con ayuda de un diente especial que pierden más tarde. Los huevos de algunas serpientes, como los de la pitón de tierra, son muy alargados, mientras que los de la pitón india tienen una forma ovalada más común.

Las serpientes se reproducen ya sea poniendo huevos que la hembra suele abandonar en algún lugar recogido, o alumbrando crías vivas, que también son abandonadas. Tanto los huevos como las crías pueden alcanzar un número de hasta 100 por puesta, pero lo habitual es que sean muchos menos. La atención familiar no existe en lo que se refiere a las crías, aunque algunas especies protegen los huevos durante el periodo de incubación; la hembra de la pitón incluso los incuba. El crecimiento es bastante rápido y las crías alcanzan la madurez en el transcurso de uno a cinco años. La edad más avanzada que se ha registrado entre las serpientes es de poco menos de 30 años, tanto en la anaconda como en la cobra de labios negros.

Distribución

Mimetismo en las serpientes

En áreas donde su distribución coincide, algunas serpientes imitan a otras para eludir la depredación. Por ejemplo, la serpiente de leche que aparece en la parte derecha de la imagen es muy similar a la venenosa serpiente coral. La estrategia tiene éxito, ya que algunas aves depredadoras jóvenes la rehúyen de forma instintiva por los dibujos de anillos rojos y amarillos que imita de la serpiente coral.

Las serpientes viven en las partes más cálidas del mundo, a excepción de algunas islas oceánicas. En Europa llegan hasta el círculo polar ártico, pero su número desciende de forma rápida al aumentar la latitud. Se conocen unas 2.500 especies, agrupadas en ocho o diez familias, dependiendo del sistema de clasificación utilizado para algunas serpientes excavadoras y arborícolas. La familia Colúbridos es la más grande y comprende las especies más comunes en todo el mundo, a excepción de Australia, donde la familia Elápidos es la dominante. Este segundo grupo engloba algunas de las serpientes más mortíferas del mundo, como las mambas, las cobras y las serpientes de coral. Otros dos grupos importantes de serpientes venenosas son el de los crótalos, entre los que incluye a la serpiente de cascabel, la surucucú y la labaria o nauyaca real de la familia Crotálidos, y el de las verdaderas víboras, como la víbora europea, de la familia Vipéridos, en la que a veces se engloban ambos grupos. Las serpientes más grandes del mundo pertenecen a la familia Boidos, que comprende las boas y las pitones. Algunos miembros de esta familia no alcanzan nunca una longitud superior a los 0,6 m; los gigantes de la familia pueden llegar, en ocasiones, a medir más de 9 metros.

Las serpientes, debido a sus hábitos carnívoros, desempeñan un papel importante en el mantenimiento del equilibrio natural, especialmente en lo que se refiere al control de plagas como las de roedores, que tienden a multiplicarse a gran velocidad. Las serpientes prestan, por lo tanto, importantes servicios a la agricultura, al limitar el crecimiento de poblaciones de especies dañinas.

AlGUNAS ESPECIES

 

Boa arborícola esmeralda

Este espécimen muestra uno de los distintos colores que son típicos en las especies jóvenes. Otros son el verde y el amarillo. Aunque los animales más jóvenes pueden tener coloración variada, los adultos son verde esmeralda. Son arbóreos estrictos y se alimentan de aves.

 

Pitón tigrina

La pitón tigrina, se alimenta de animales de sangre caliente. Como otras constrictoras, se enrosca en torno a su presa para asfixiarla. Las pitones indias alcanzan una longitud de unos 4 m, aunque se han visto ejemplares mayores. Pertenecen al grupo más primitivo de serpientes vivas; pueden sisear, pero en general son sordas y mudas.

 

Víbora de Gabón

Esta víbora, muy venenosa, tiene los colmillos más largos —hasta 5 cm— entre las serpientes. Su cuerpo corto y compacto y su coloración críptica contribuyen a camuflarla mientras espera a su presa.

 

Cobra real

Como las demás cobras, cuando se siente molestada, adopta una actitud amenazadora, levantando la parte superior del cuerpo y expandiendo una caperuza próxima a la cabeza. Para dilatar la caperuza expande las costillas móviles del cuello, esto hace que la piel holgada que las rodea se estire. Es la serpiente venenosa más larga del mundo, puede alcanzar hasta 3,7 m, aunque se han visto ejemplares de 5,5 m de longitud.

 

Víbora áspid europea

La víbora áspid europea (Vipera aspis), una de las 60 especies de víboras que existen, vive en toda la región mediterránea de Europa, aunque puede aparecer en zonas tan alejadas como Suecia. Esta víbora de tamaño mediano tiene la cabeza triangular cubierta de pequeñas escamas, el hocico respingón y la pupila en forma de ranura vertical. Ante una amenaza, sisea y hace movimientos bruscos hacia adelante. Su veneno contiene una hemotoxina, que afecta a los vasos sanguíneos y tejidos asociados. Puede matar por paro cardiaco.

 

Anaconda

Propia de las pluvisilvas de Sudamérica, la anaconda alcanza al menos 6 m de longitud. Es una de las dos especies de serpientes más grandes del mundo. (La otra es la pitón reticulada). No es venenosa, pero mata a sus presas por constricción y asfixia.

 

 

Labaria

La mordedura de la labaria, Bothrops atrox, fatal para los pequeños mamíferos, es también lesiva para el hombre. Vive tanto en áreas tropicales abiertas como boscosas de América del Norte y del Sur, y a menudo en plantaciones y áreas similares en busca de comida. Incluso recién nacida es capaz de inyectar veneno.

Corredora negra

La corredora negra come insectos, mamíferos, ranas y lagartos. La mayoría de las culebras son inofensivas para el hombre, pero algunas son venenosas, con glándulas de veneno que desembocan en surcos de sus dientes posteriores.


 
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